Foto: Mica Sant |
Cada
año por estas fechas me escapo a una tierra muy querida para mí, La Rioja,
donde pasé 3 años de mi vida inolvidables y donde tengo unos amigos igualmente
queridos. El fin de semana ha sido estupendo y liberador, a la vista de los
acontecimientos políticos asfixiantes que estamos soportando en Barcelona desde
hace un mes.
El
tiempo ha sido estupendo, soleado y suave; el paisaje, conmovedor en esta época
otoñal en la que el viñedo se tiñe de rojos, naranjas y burdeos, y la ribera
del Ebro mezcla los verdes y blancos de los chopos con el amarillo de sus hojas
a punto de caer.
En
cuanto a la comida y el vino, ¿qué os puedo decir? Magníficos (y, claro, es que
contamos con los mejores guías posibles). Tanto si optábamos por el bullicio de
tomar unos pinchos como por sentarnos relajadamente en algún restaurante, el
disfrute estaba asegurado. Para muestra, la fotogenia de unos deliciosos
hojaldres y canutillos rellenos de crema que redondearon un fantástico almuerzo
en un asador de Tirgo.
La
Rioja siempre es una buena elección para pasar unos días; personalmente, me
encanta el otoño, pero en cualquier estación se disfruta no solo por sus
productos, sino también por su naturaleza, su cultura y la amabilidad de su
gente. Gracias, amigos, por vuestra siempre calurosa acogida. ¡Y que sea por
muchos años!
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